Cuna del Príncipe Imperial Louis-Napoléon (1856-1879)
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El 13 de marzo de 1856, el Emperador y la Emperatriz ordenan la exposición al público de una magnífica cuna en la sala del trono del ayuntamiento. Los parisinos acuden en masa a admirarla. Dos días más tarde, la cuna se trasladaría hasta las Tullerías para esperar el nacimiento del Príncipe imperial, en la mañana del 16 de marzo.
Tres meses antes, Haussmann habría obtenido del consejo municipal la autorización para su ejecución por parte de los artistas más destacados de su tiempo, con los materiales más preciosos. Su diseño se confía al arquitecto Victor Baltard. Escultores, pintores, esmaltadores, forjadores, cinceladores, ebanistas, escultores de adornos y fabricantes de encajes participan en la realización de la cuna. La unanimidad de los contemporáneos a la hora de loar la calidad de la ejecución de esta obra de arte es total y se convierte en una de las más representativas de los eclécticos gustos del II Imperio.
Baltard multiplica los símbolos, da a la canastilla la forma de nave evocadora de los escudos de armas parisinos, adorna su proa con un águila imperial y coloca en el otro extremo una figura femenina que representa a la Villa de París.